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Sindicato ALMA |
El guionista cubano Alejandro Hernández recuerda que en el
Festival de Málaga de 2005 estrenaba ‘Hormigas en la boca’. Pero cuando
se dirigía a la presentación de la película, los miembros de seguridad
no le dejaron pasar. «Tuve que llamar al director», recuerda Hernández.
Tal era entonces el papel secundario de su gremio. Las cosas han
cambiado a mejor, coinciden los guionistas nominados para la próxima
edición de los Goya, reunidos ayer en Madrid por el sindicato ALMA, pero
no lo suficiente: ahora, al menos, les dejan entrar en los estrenos,
aunque salarialmente se encuentran todavía en un nivel muy bajo de la
industria del cine.
«Si hay una figura infravalorada en
España, ésa es la del guionista», relata Pablo Berger, que ha escrito y
dirigido ‘Abracadabra’. «Aunque van teniendo cada vez más influencia,
estamos todavía muy lejos de la situación de Estados Unidos, donde se
les considera los dueños del tesoro y tienen el mismo poder que otros
jefes de primera división», apunta. Junto a Hernández (‘El autor’) y
Berger participaron en el encuentro Carla Simón (‘Verano 1993’), Andoni
de Carlos (‘Handia’), Paco Plaza y Fernando Navarro (‘Verónica’) y Coral
Cruz (‘Incierta gloria’), que no vieron una línea común en los
nominados de este año y destacaron la variedad de los textos, además de
reflexionar sobre el papel de los guionistas en el resultado de la
película.
«El guionista debe tener una ‘invisibilidad
controlada’. La invisibilidad quita presión, pero también es importante
que sea ‘controlada’, es decir, que nadie te pueda apartar de la primera
línea y que también se te reconozca salarialmente, porque además de ir a
la entrega de unos premios, hay que pagarse el traje», subrayó Fernando
Navarro. «Hay que hacer un llamamiento a los productores para que
valoren a los guionistas», recalcó Pablo Berger.
Carla
Simón, directora y guionista de ‘Verano 1993’, la cinta revelación del
año en España, recordó que lo más díficil en su película no era caer en
un exceso de sensibilidad, sino lo contrario, «que no fuera demasiado
fría». «Encontrar la sutileza fue el reto», aseveró. Lo mismo subrayó
Navarro respecto a ‘Verónica’, una película de ‘gótico vallecano’,
aunque en su caso se trataba de mezclar con gusto el pop, el terror y la
comicidad. En ese punto del equilibrio incidió Berger: «Contar
historias es un ejercicio de funambulismo. Estamos en la cuerda floja y
sabemos que la película funciona cuando el espectador dice: ‘Se va a
caer’. Ahí está la emoción».
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