Manuel Guerrero Cabrera (Lucena, Córdoba. 1980) es el autor de "Al compás literario del Tango", un amenísimo ensayo sobre la relación entre literatura y tango que acaba de publicar la editorial Cuadernos del Laberinto.
Guerrero Cabrera no es nuevo en estos lindes, ya que en 2009 nos ofreció "Tango. Bailando con la literatura", y además su obra poética goza de un reconocimiento merecido.
Nadie mejor para poder charlar sobre esta música que cautiva a todo el planeta y empezar el año con las notas de tangos tan inolvidables como Mi noche triste o Caminito.
En Al compás literario del Tango el lector encontrará jugosas anécdotas y profundos estudios que le ayudarán en el conocimiento de este ritmo.
—Tango y literatura, ¿cómo de especial es esta relación?
Decía
Homero Expósito, uno de los grandes letristas del tango, que «nadie puede
escribir un tango si no sabe escribir un soneto»; lo dijo a mediados del siglo
XX, lo que implica que ya entonces la literatura estaba muy presente en la
música popular del tango.
—El
tango “Mi noche triste”, uno de los favoritos de casi todo el mundo, fue el
comienzo de la unión entre tango y poesía, allá por 1916. ¿Qué significó este
cambio?
—No fue exactamente el comienzo de la unión de
tango y poesía, sino más bien un nuevo planteamiento estético y temático para
el tango. Habla de un hombre abandonado por la mujer, algo novedoso para el
tango; la mujer, recluida en el espacio doméstico, objeto de goce o, por el
contrario, desde otro punto de vista, una femme fatale, se
va de la casa; el hombre expresa esta situación desde la melancolía, que, desde
entonces, será esa nota triste la que encontremos en el tango. Pensamiento
triste que se baila, como decía Discépolo. Con Mi noche triste se
coincide en que se inicia del denominado tango-canción, en el que se cuidan más
las letras y sus autores pasarán de ser bohemios a periodistas o dramaturgos y
de estos a universitarios; en otras palabras, los letristas irán teniendo más
formación.
—El
tango es una de sus pasiones, incluso ha puesto a su hija como nombre Malena.
Además es usted profesor de literatura y periodista (dirige el programa
radiofónico La voz a ti debida en Radio Atalaya de Cabra). Claramente lo suyo son las letras.
—Quizá esta no sea la respuesta esperada. Hace
unos cinco años, una alumna me preguntó qué me hubiera gustado ser o hacer, de
no ser profesor. Le dije que hacía todo lo que me había propuesto o había
soñado, aunque me quedaba por cumplir un anhelo: el de ser letrista, el de
escribir canciones y que las interpretaran. Y, aunque en verdad esto me ha
pasado una sola vez gracias a un ex alumno que adaptó uno de mis poemas para su
grupo adolescente de rock, sigue siendo algo que me encantaría hacer.Manuel Guerrero Cabrera |
—En su libro nos relata cómo Gardel y Lorca se hicieron amigos. Una historia apasionante y poco conocida.
—Normalmente
al hablar de tango, se piensa rápidamente en Buenos Aires, pero Uruguay también
tiene mucho que decir al respecto ¿no es así?
—Por supuesto. Simplemente basta recordar que el
tango más conocido, más difundido y más grabado es uruguayo: La
cumparsita. En Montevideo el tango se respira en las calles y Gardel es muy
reclamado.
—A esta alturas del
siglo XXI ¿aún no se sabe a ciencia cierta el lugar de nacimiento de Carlos
Gardel?
—Hay que recordar sucintamente que hay dos teorías
sobre el origen de Gardel: una afirma que nació en Tacuarembó (Uruguay)
el 11 de diciembre de 1887, la otra que lo hizo en Toulouse (Francia) en 1890,
también un 11 de diciembre. El artista llevaba consigo documentos que se ajusta
a la postura uruguayista, pero en su testamento pone que era francés. Luego hay
circunstancias como que lo apodaran el Francesito o que a su compañero
de dúo, José Razzano, lo llamaran el Oriental, cuando el propio Gardel
también lo era; no obstante, en distintos periódicos de la época no dudó en
afirmar que era de Tacuarembó. Además, hace unos seis años se encontró
documentación muy sólida sobre su origen francés e, incluso, hay fotografías de
él con su familia francesa (esto lo menciono en uno de los artículos del
libro); y en torno a 2015 aparece un documento de identidad emitido en
Argentina en el que se registra su origen uruguayo. Hay varios aspectos que
necesitarían mucho tiempo y espacio para exponerlas con claridad, como que Gardel
fue hijo de un incesto en la teoría uruguayista, o que su madre, Berta Gardés,
tuvo otro hijo llamado Charles Romuald con el que se confunde al Zorzal. En
definitiva, es algo apasionante sobre lo que se ha escrito y se sigue
escribiendo.
—Además es usted
fundador y colaborador de la revista literaria “Saigón”. Permítame que le
pregunte la procedencia de este título.
—Saigón era el nombre de la antigua capital de
Vietnam del Sur, rebautizada como Ciudad Ho Chi Min a raíz de la invasión del
sur por los vietnamitas del norte. Para quienes hacemos la revista, este nombre
alude a un episodio clave de la derrota de los estadounidenses en Asia y, por
extensión, es una metáfora del proceso de traspaso de la hegemonía mundial de
Occidente a Asia en el que nos hallamos inmersos desde hace varias décadas, así
como del proceso mismo de decadencia de la civilización occidental (siguiendo a
Spengler o Barzun, entre otros).
—Es inevitable
preguntarle por cuál es su tango favorito.
—Probablemente sea Trenzas, de Homero
Expósito y Armando Pontier, aunque me es difícil elegir uno. También considero
de mis favoritos Por
la vuelta de Cobián y Cadícamo, y, aunque no sea tango, la Milonga triste de
Piana y Manzi.
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