Una cuestión recurrente dentro del estudio de géneros musicales es la investigación sobre la posibilidad de generar novedad dentro de ellos. Aunque no sea un asunto estrictamente musical –pues se da en la configuración del pensamiento en sí mismo– podemos acordar que existe una motivación inusitada sobre la necesidad de confrontación de lo que en términos reynoldianos llamaríamos la retromanía. Esta es la hipótesis desde la que parte Mackintosh para argumentar de qué modo tres géneros musicales nacidos a principios de los 2000 revolucionaron el panorama musical.
Este no es un ensayo al uso: Mackintosh intenta introducirnos con su escritura a una especie de nueva carne sonora; por lo tanto, no encontraremos estrictamente tecnicismos musicales que expliquen por qué el uk drill mordisquea tus oídos, qué hace que el autotune consiga corporeizar y dislocar el cuerpo a través de la modificación de la voz en el mumble rap, y por qué esta dislocación se vuelve onírica en géneros como el frag rap. Este ensayo no es un ensayo (o, al menos, no de manera estricta): es una experiencia orgánica de la música en estados alterados, es un paisaje sonoro corporeizado a través de la escritura y de los ejemplos nada casuales que la acompaña. Para quienes gusten de una experiencia inmersiva a distintos niveles, Gritos de neón es una perfecta alternativa.
Kit Mackintosh es un músico, productor, DJ y autor británico. Sus trabajos se centran en la innovación sonora, el afrofuturismo y la evolución de la música jamaiquina y su diáspora en el último medio siglo.
“Gritos de Neón. Cómo el drill, el trap y el bashment hicieron que la música sea novedosa otra vez.” que edita la Caja Negra Editora,
es un manifiesto, un grito de guerra para el nuevo futurismo musical
que se anuncia ya en géneros como el trap, variantes contemporáneas del
dancehall, el drill o el bashment. Kit Mackintosh representa a una nueva
generación de críticos dispuesta a percibir en la experimentación del
presente
los sonidos del mañana. Tomando como punto de partida el uso no
convencional del Auto-Tune para explorar cualidades vocales hasta ahora
desconocidas, Mackintosh establece una nueva vanguardia integrada por
artistas como Playboi Carti, Travis Scott, Future, Young Thug, Migos y
Vybz Kartel.
Estamos frente a un cambio de paradigma. Antes la innovación surgía del avance de los sintetizadores, los samplers y las cajas de ritmo: todo aquello que excluía los rasgos humanos de un paisaje acústico cada vez más maquínico. Pero el Auto-Tune empujó la voz al frente de la actual revolución sonora y ha hecho de la personalidad de los performers su aspecto primordial. Nuestra humanidad ha sido reincorporada al proceso de composición. Podemos seguir llamando a esta nueva música rap, pero la verdad es que no es un nombre adecuado. La música que se crea hoy implica un quiebro con el pasado, tal como lo fue el hip-hop respecto del funk, el house respecto del disco o el rock del blues. Esta original psicodelia vocal constituye un macrogénero en sí mismo, que ya ha producido una cantidad de subestilos y variaciones cuyo rasgo común es un torbellino de voces posthumanas.
El futuro ya no suena ni frío ni robótico. Esas entonaciones vulnerables y
gelatinosas,
deformadas tras una niebla de Xanax y codeína muestran que el porvenir
de la música será biotecnológico y alienígena, la banda sonora de
nuestra propia mutación.
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