Siempre al margen de las corrientes dominantes, la poesía de Concha García ha ido desarrollando
una labor de exploración obstinada y resistente en el lenguaje de los hechos cotidianos. Su estilo desnudo y sin remilgos, de enunciación directa pero dotado de un extraño halo por el que logra infundir misterio en lo más próximo y doméstico,
es heredero de la obra de poetas
como Celan, Stevens, Milosz o Ajmátova. Como ha declarado en alguna ocasión, siente la poesía como «ligada a la sensación de lo efímero, todo préstamos
de los objetos cotidianos,
de pensamientos fugaces y de experiencias
vivas o imaginadas». Acontecimiento es un magnífico ejemplo del alcance de su propuesta, a partir de la perplejidad que la existencia
provoca en la voz que relata los poemas.
Articulado en dos partes, que agrupan
una sucesión de instantáneas
cotidianas, el libro
culmina con un poema extenso, «Traslado», que dota al
conjunto de un carácter narrativo
y recoge la pequeña peripecia urbana de un día cualquiera. Los poemas funcionan como una mirada que atraviesa
el paisaje a la velocidad
de una imaginaria cámara sostenida
por el tiempo. En esos fragmentos de realidad subyace una idea de la errancia
como una forma de estar en el mundo.
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Lo mismo es
en una habitación.
Objetos
marcan su ruta.
Habría que
dejar que el sol la inundase.
Eso piensa.
Eso no piensa.
Resol en
las áreas vacías.
Coincidencia. Las mondas del fruto
y todo el
ahínco que pone
para que
no se dispersen
en el
plato.
****
Los
primeros días
fueron un
poco amargos, me refiero
a que la
sensación se te ponía en la espalda
y se
cumplía el designio.
Era un
dolor como ajeno
un exceso
de intimidad con ella,
un ir y venir
de recuerdos que se tropezaban.
¿Cómo
manifestarlo?
Si andabas
apresurada, la calle no podía,
si por el
rabillo del ojo
entraban
las esquinas adorables
hechas de
cemento, claro, también
de
vidrios, y qué escaparates.
Una hermosa
lata de atún del sur
la
sonrisa de la mujer
del
dibujo, oh, qué momento,
mi madre
poniendo la mesa
había
sacado del cesto cien gramos
de todo
el porvenir que le quedaba.
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