El buen lector no va a quedar
defraudado, entre otras cosas porque, con el tiempo, Pessoa como
escritor ocupa cada vez un lugar más importante en la historia de la
literatura por cuanto pocos como él han sabido entrar en el verdadero
interior del hombre, el atribulado, el confuso, el que duda como
ejercicio crítico y metódico; lo propio del vivir de verdad. Atendamos
si no: “Mi espíritu tiene algunas moléculas de bohemio que me
permitirían dejar pasar la vida como algo que se escapa de las manos
justo en el momento en que se siente la presión de la obediencia.
A veces pudiera pensarse que, a pesar del atractivo intelectual del
Pessoa escritor, éste tiene algo que no propicia la lectura -actitud
que, considerando la hondura ontológica de su obra siempre supondría
duda, o contradicción. Más he aquí, en efecto, que el ‘mal’ de ese
posible no propiciar la lectura radica, paradójicamente, en un bien:
escribe con tal grado de sinergia hacia el lector sensible que, muchas
veces con un solo fragmento de sus escritos ya tenemos suficiente para
rememorar (rememorar-nos) durante varias horas. Algo que le ocurría
también a otro encantador literario por antonomasia: Álvaro Cunqueiro.
¿Y eso es un defecto Yo no diría tanto; es un atributo. El genio es así.
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